domingo, 11 de septiembre de 2016



Despuntan los primeros rayos de sol, la luz exalta el colorido de la tierra para busca y alumbrar el esplendor de algunas joyas que nos regala la naturaleza. Como la violeta que habita en nuestra sierra.

Especie rara tú, violeta. Con desasosiego buscabas cobijo a tus primorosos pétalos, a ese pícaro y descarado lunar amarillo que realza el centro de tu cara y que seduce lo mismo que una mirada enamorada, embrujada por tus estrías oscuras que se ondula como pestañas.

No sabias donde nacer, ningún espacio te conquistaba, ningún amor anhelabas, solo suspiras por un marco que a tu belleza igualara, tú violeta, solo podías nacer en Sierra Nevada. Te fascinó su estampa, te dejaste arrastrar por su capa de armiño blanca, quedaste embrujada y como enamorada engarza tus raíces en las cumbres más altas.

Amante discreta que de la vista de todos te alejas, en los pedregales esconde tu belleza y para no alardear de tus colores sobre la nieve blanca, brotas cuando ya es agua.

Mulhacén, tú que eres la perla que corona Sierra Nevada, o tú Veleta, que casi le igualas, o tu Lagunilla de las Yeguas, que no dudas en primavera hacer crujir tus entrañas, para regar la planta con lágrimas que de las nieves escapan. Encantad a la luna, encantad a la luna con palabras que como suave brisa le acaricien la cara, para que una noche ponga un ramito de violetas en mi ventana.

Yo las regaré con el manantial de la aurora, las acariciare con palabras de enamorada, las sembraré en el césped de mi alma y las cultivaré con las mismas ansias, que se cultiva una esperanza.

Cuando lejos de ti esté, muy lejos Sierra Nevada y por ti sienta mi corazón nostalgia, contemplaré estas alhajas. Que nacieron en tus tierras, y que regaron tus aguas y una noche con hechizo de magia, la luna porto a mi ventana.


Pilar vallecillos




















        
 Cuando el día está cansado, el sol empieza a cerras los parpados pintando el horizonte de colores. Entre guiños y reflejos va dejando nuestros ojos cegados de belleza, como hipnotizados, pero gozosos de haber podido contemplar tanta maravilla, pequeños momentos que nos hacen felices.

Porque la felicidad son momentos. Soplos de aire que no sabemos cuánto tiempo va a durar ni debe de preocuparnos. Lo único que tenemos que hacer es saborear la brisa. Aprovechar el momento para despertar los sueños dormidos, las alegrías contenidas, las ilusiones olvidadas o los deseos que no llegaban……Dejemos que la felicidad nos arrastre con todo su ímpetu, que nos seduzca con toda la pasión que en su caudal pueda llevar, que nos transporte al filo de lo infinito, haciéndonos soñar……. Por los preciosos recuerdos que desde ese instante van a morar en nuestra mente, por los íntimos secretos que se mantendrán vivos en nuestro pensamiento y escondidos en nuestro corazón, por la ilusión que hizo florecer en el momento justo y por la pagina que va a dejar escrita en nuestra alma. La felicidad no entiende de cortesía, no va a venir a visitarte, pero tú, si puedes ir a buscarla.


Pilar Vallecillos